Poema trágico en tres actos y seis cuadros.
Esta es la segunda tragedia escrita por el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca.
La ambigüedad formal y temática de la obra favorece la proyección sobre ella respecto de las distintas actitudes existentes ante el propio autor. De este modo, el análisis se concentra en la esterilidad de la protagonista y su marido Juan, entorno a los cuales gira toda la acción.
Posiblemente este no es el caso singular y clínico de una mujer individualizada, o de un hombre que no puede satisfacer el anhelo de su esposa, ni mucho menos un problema de orden social como podemos deducir en una primera instancia.
Este poema, según palabras del propio Lorca "Es una tragedia sin argumento. Un carácter que se irá desarrollando en el transcurso de la obra(...)En muchos momentos el público creerá que lo hay, pero es un pequeño engaño..."
El nombre de la heroína, cargado de significado, determina su condición y sentencia. Yerma - cuyo nombre significa despoblada, sin habitar, baldía o estéril- no puede, aun que no por deficiencia propia, concebir un hijo con su marido Juan desde hace dos años y medio que llevan de casados.
A medida que trascurre la obra y los años, ambos personajes transitan por diversos estados a través de los cuales se accede a su intimidad. Sin embargo, los conocimientos entorno a la sexualidad y los motivos por los cuales Yerma y Juan no pueden ser padres continúan siendo ambiguos. Por un lado, la protagonista proviene de una familia fértil y prolifera, al contrario de su compañero. Pero su infecundidad no se limita sólo a la posible esterilidad de su marido. Por su parte Yerma no desea separarse de Juan quien, a su vez, parece no preocuparse del hecho de no poder engendrar hijos con su mujer.
El deseo, presente a lo largo de la obra, y los símbolos de amor sexual o fecundidad utilizados por el autor: como la presencia constante de Victor, quien podría satisfacer los anhelos de Yerma, o inclusive la mención de la leche y las manzanas contrastan dramáticamente con el dominio racional y naturaleza constante de sus personajes. Tal pareciera ser que ambos han asumido su condición y no harán nada para remediarlo. La frustración debido a la esterilidad de la protagonista problematiza también el desarrollo fallido de su sexualidad femenina asociada a la maternidad.
Enfrentar entonces la esterilidad de su posición y el hecho inexorable de que su manera de hacer el amor jamás producirá un hijo fruto de esa relación, es posiblemente el tema que liga la obra Yerma a un cuestionamiento existencial necesario de abordar para el propio autor dada su homosexualidad.
Las vacilaciones de Lorca respecto a lo que le sucede a ambos personajes entre sí y lo doloroso de sus posturas se enfrenta al mismo tiempo a la constante presencia e intromisión del pueblo, cuyas observaciones y rechazos confirman la asignación tradicional de los roles. De este modo, Juan se ha de sentir culpable por no poder dar un hijo a Yerma, y está por no poder tenerlo.